Hoy me detuvo la policía, algo bastante usual en mi estadía
en Colombia, pero esta vez fue diferente y quiero trascribir el dialogo:
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Disculpe señor, estamos haciendo una campaña
para concientizar a la gente sobre la explotación sexual infantil en la costa.
Si usted sabe o conoce de algún delito de esta clase, este es el número (114)
al cual debe llamar para denunciar. – dijo mientras señalaba un banner y la
fotógrafa aprovechaba ese momento para sacar unas fotos del policía
adoctrinando al gringo.
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Claro que sé dónde se comente ese delito, todos
en Taganga lo saben. – contesté.
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Quizás a usted porque usted es turista, le llega
esa información y a nosotros no. – se apuró en contestar intentando disuadirme.
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Es allá – lo interrumpí señalando con la cabeza
el lugar donde todos conoce que sucede ese aberrante delito, donde se
prostituye a niñas menores de edad, se las droga, se las vende y nadie hace
nada. Y pareciera que son solamente una atracción turística mas del lugar – y usted lo sabe.
Su mirada de desconcierto me
alegró el día.
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Usted lo sabe – volví a repetir - ¿Así esta bien la denuncia o tengo que llamar al 114?
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Gracias por su tiempo – me cortó en seco.
Lo miré y esbocé una sonrisa. Él bajó la
mirada y se fue. Al fin y al cabo, qué más se puede esperar de un policía.
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No, gracias por el suyo.
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