martes, 19 de diciembre de 2017

Somos el enemigo (Represión y cacería)

Imagino a un policía con sus botas de puntera negra y  su casco desgastado. Sobre él se lee Policía de la ciudad.  Imaginen junto a mí. La nariz fruncida. Una cruz de plata brilla sobre su chaleco. Una mirada abandonada tanto como su moral se pierden en la multitud. Atrás a lo lejos la bandera sigue flameando. Lo veo levantar la porra y agitarla fuertemente por sobre su hombro. El palo impacta sobre una cabeza algo arrugada y de escaso cabello blanco. Automáticamente empieza a sangrar. Su campera beige con leves agujeros en las mangas  se mancha. La sangre empieza a correr con mayor naturalidad. La imagen es clara. El palo no se detiene. La patria tampoco. Se escapa algo de satisfacción en sus ojos. La sonrisa como una victoria termina un poco con la descripción  del oficial. El viejo cae al piso. Algunas sirenas se escuchan de fondo, ninguna es una ambulancia. Los gases nublan un poco todo.  Los héroes se hacen esperar, las balas  no. Ninguno  viste de uniforme. Entre corridas y abrazos forzados lo pueden levantar. Otros caen. La policía siempre del otro lado. Solo ellos tienen derecho a disparar. Somos el enemigo. Empiezan a sonar las cacerolas. Todo se vuelve a repetir. Algo se está por derrumbar.


A los que salieron a la calle, a los que resistieron la represión, a  los que hicieron sonar sus cacerolas, a los de capital y a los del interior también. 

#Graciasporluchar.


Por German Rodriguez.



martes, 12 de diciembre de 2017

El día que maté al amor

 La verdad es que cuando la vi marchar, cuando vi como su cintura se alejaba sutilmente y desaparecía por aquella calle horrendamente iluminada, supe que se había ido para siempre, que no importaba que tan fuerte lo  intentara, ya no valía la pena. Ella había matado al amor de una manera tan sutil que no pude darme cuenta a tiempo. Mi imaginación me lastimaba como nunca lo había hecho. Se regocijaba en mi sufrimiento. Mi inconsciente me estaba jugando una mala pasada, de las realmente malas. Mis pensamientos se contradecían tanto que ya no distinguía mi propia moral. Había caído de nuevo. Pese a todas mis convicciones había caído y  esta vez no estaba seguro de poder levantarme. Todo se veía tan oscuro y odio admitir que a veces lo sigue pareciendo. Me tropecé con un destino que no era el mío y creí que lo era. No todos los caminos llegan a algún lugar ¿sabes? .Esa misma noche suspiré y escupí profundo algunas de estas palabras. Todavía duelen cuando las leo.  Perdón, sé que he sido un tonto, lo sé. No debo escribir tanto sobre mí mismo, pero soy un idiota de esos que aman hasta que les duele, hasta que alguien les mata el amor de la única manera que el amor puede morir, por la espalda.

Por German Rodriguez


sábado, 2 de diciembre de 2017

¿Dónde estabas cuando te necesitaba?

La tristeza real no soporta metáforas, ni comparaciones. Es solo eso, tristeza. Se revela ante ti y nubla todo tipo de sentimientos y análisis. Ella volvió para recordarme que indefectiblemente la tristeza era parte de mi vida y  haga lo que haga siempre estará ahí, al acecho, esperando un descuido, un mal paso, para golpearme con su vendaval.


 Los días se volvieron tan grises que apenas valía la pena vivirlos. Toda mi vitalidad desapareció como si nunca hubiese existido. Mi humor mutò de tal manera que ya no sabía de qué reír. Había vuelto a caer al mismo viejo agujero del que tanto me había costado salir, pero esta vez ya conocía la salida. Tan solo estaba ahí, esperando. Como un síndrome de Estocolmo invertido, boicoteaba mi propia fuga. Necesitaba emprender  un viaje a los rincones más oscuros de mí mismo  Allí donde conviven mis recuerdos más profundos y se entrelazan mis metas y agonías. Aquel lugar donde ni siquiera ella podia llegar.
 Un día despertè por la mañana y las nubes se habían ido, el agujero había desaparecido y con él, la tristeza. Lo extraño fue que no volvi a recordar su rostro. Las palabras volvieron a mi cabeza con más fuerza que nunca. Sonreí como hacía mucho tiempo no hacía, entonces tomé mi taza de café, una hoja de papel y comencé: “La tristeza real no soporta metáfora, ni comp…” 

Por German Rodriguez.


martes, 28 de noviembre de 2017

Presentacion ILOVEYOU

Tengo el agrado y orgullo de participar en la nueva antologia de Editorial Dunken con mi relato "Puta", una mirada en primera persona sobre la violencia de genero . Escrito durante mi estadia en Cusco," Puta" surgio apenas como un ejercicio en el que debia escribir un relato en menos de 10 minutos. Hoy creo que fueron 10 minutos bien invertidos.




El libro se presentará el día: 
Domingo 17 de Diciembre, 2017 a las 12:30pm 

Lugar: Editorial Dunken - Ayacucho 357 - CABA 

Tambien se puede compra a traves de la pagina de la editorial o en cualquier libreria.

https://www.dunken.org/WEB2014/index.php

Aqui dejo el link del relato:

http://participesdeloimpune.blogspot.com.br/2016/07/puta.html

martes, 21 de noviembre de 2017

Corazones amputados (Sobre trenes e Idiotas)

Me miró a los ojos intentando hallar algo que jamás encontraría y me dijo que era un idiota y  que no había hecho más que arruinarle la vida. Me gustaría decir que las palabras calaron hondo en mí pero sinceramente no fue así y  para ser completamente honesto esa oración me trajo algo de alivio y confort. El escupitajo le dio a la escena un toque más de dramatismo. La gente observaba inmaculada, sin quererlo les estaba dando la emoción de la que carecía su día o tal vez su vida. -¿Por qué? -  gritó ella sobre el andén y la atención recayó en mí. - Quizás corre por mis venas traicionar a los que me aman. Es una posibilidad. Pura genética. – Contesté como si hubiese ensayado la crueldad en mi respuesta. Volteé esperando lo peor, o al menos otro escupitajo, pero ella ya no estaba y a veces creo que jamás estuvo y me he inventado todo. Caminé hasta la puerta trasera del tren y mi  imaginación se ponía más y más violenta. Temí haber perdido la cordura en ese instante. Fui el último de los pasajeros en subir, recuerdo que sonreí y pude ver el reflejo de mis dientes sobre la ventanilla.  - No voy a mirar hacia atrás -. Me dije a mi mismo en una improvisada reflexión de anhelos imposibles mientras giraba mi cabeza hacia el frente. Desde el momento que oí el motor encender supe que pasaría mucho tiempo antes de que  pudiese regresar, algo se había roto dentro mío y necesitaba ser reparado de alguna manera. Pero el tiempo a veces no alcanza ni siquiera para olvidar y los motores tardan demasiado en arrancar. 

Por German Rodriguez.


domingo, 12 de noviembre de 2017

¿Caminarías hacia la luna conmigo?

¿Caminarías hacia la luna conmigo? – Dijo mirándome fijo, lista para perforar mi corazón – Pues, claro - susurré, sin saber por que. Caminamos en silencio, no teníamos mucho que decirnos realmente. La noche, apenas estrellada, era densa y abrumadoramente oscura. El fulgor de la luna  iluminaba el sendero que llevaba a la playa. Le dije que  algún día la llevaría a un lugar mágico, donde el sur termina y el norte comienza. Ella no alejaba su mirada del mar y las olas ya podían acariciar sus pies. Con un paso suave y vertiginoso comenzó a avanzar contra la marea.  - El corazón muchas veces se equivoca, ¿sabes?  - dijo volteando mientras sus cabellos se hundían y su perfume se esfumaba. Al verla desaparecer sentí el amor puro, como un golpe en el pecho del que no me repondría jamás.

Ya han pasado muchos años desde el día que caminè hacia  la luna junto a ella y, aun hoy, puedo recordar su rostro nítido, desencajado en el tiempo, observándome desde algún lugar, desde algún maldito recuerdo  que quizás imaginé y que ni siquiera existe, diciéndome que el corazón muchas veces se equivoca. 

por German Rodriguez.


sábado, 28 de octubre de 2017

Amigos de ruta (enlaces)

Amigos, compañeros, hermanos, socios, roommates, crikes, hay gente que entra en tu vida para cambiarla, revolucionarla, entran para darla vuelta y darte un cachetazo de realidad. Entran para enseñarte que no sabías nada y que los grandes hombres no solo se encuentran en los libros o en la televisión, a veces los tenes al lado y no te das cuenta.
Por eso, solo quiero decirles gracias por cruzarlos, por la extraña simetría que nos unió. Gracias por el futbol con el sol cayendo, por los metegoles, el truco y las apuestas perdidas. Por las risas y los enojos. Por las  comidas comunitarias y las mal cocinadas también. Por compartir un pedacito de nuestras vidas juntos, por convidarme un pedacito de ustedes . Porque juntos recorrimos un laberinto de cambios y encontramos la salida sin querer salir.

Suelo escribir para poner en perspectiva mi vida, mis logros, mis amoríos y hasta mis frustraciones pero esta vez, es diferente, lo hago por otro motivo, para recordar, para algún día leerme y saber que la vida es apenas una sucesión de momentos y depende de nosotros como los vivimos. Y aunque nos pongamos viejos y nos olvidemos los detalles de nuestros rostros y ya no sepamos distinguir algunas de las  imágenes que ahora vemos con tanta claridad, les agradezcò por hacer nacer uno de los mejores recuerdos de mi vida.

Por German Rodriguez



domingo, 8 de octubre de 2017

Asesino de recuerdos

Para él solo había un entendimiento de la vida, descargaba su arsenal de frustraciones contra las personas que vivían y pensaban diferente. Un día caminando por el parque me confesò que jamás se había sentido pleno y que constantemente la idea del suicidio le sobrevolaba la cabeza. Tomé su mano por primera vez en casi diez años y no supe que decir, ninguna palabra pasó por mi mente. Caminamos un buen rato. El parque estaba desierto y comenzaba a lloviznar. Sabía que él era un ancla de negatividad en mi vida, aun así no lo podía dejar hundirse solo. Le dije que lo ayudaría pero no le prometí nada porque honestamente no tenía nada que ofrecer. Cuando el teléfono sonó de madrugada  presentí lo peor  - Creo que voy a hacerme daño. Un daño real y me asusta mucho hacerlo. Lo siento, no sabía a quién llamar. – susurró llorando antes de colgar. Esa fue la última vez que alguien hablo con él. Desapareció sin dejar rastro como si jamás hubiese existido.

 Al pasar los años me he preguntado si alguien es capaz de asesinar un recuerdo, porque lo he intentado en mi cabeza miles de veces y sigue sin funcionar. Pero aunque ya no recuerde su rostro con nitidez y, hasta a veces dude de su existencia, él sigue apareciendo por las  noches para recordarme que las voces que se callan son las únicas que realmente escuchamos.

Por German Rodriguez.


lunes, 11 de septiembre de 2017

La mujer de mis sueños

La primera vez que la soñé estaba sentada en un bar, tras ella había un cielo perfectamente estrellado.  Usaba  un sombrero de cuerina rojo y  nada tenía mucho sentido. Recuerdo que el mozo era muy alto y casi que no se le podía ver la cabeza. Me senté justo a su lado. Intenté en vano cruzar una mirada pero ella parecía no verme. Irresponsablemente le dije que la amaba, pero tampoco lo dije, al menos no en palabras.  Cuando desperté tenía la boca seca como si hubiese estado hablando toda la noche pero no recuerdo ni siquiera haber pronunciado alguna palabra en el sueño.  La segunda vez todo se repitió de la misma manera, solamente el mozo cambió. Un tipo gordo, sin pelo y de bigote blanco fue quien me trajo una copa esta vez. Ella seguía sin mirarme. Le dije que la amaba ahora y que eso era mucho más que para siempre. No respondió. Mis estrategias variaban sueño a sueño, noche a noche pero la reacción era siempre la misma. Ella jamás levantaba la mirada. Durante el día me desvivía planeando como hacer  para llamar su atención de una vez por todas. Algunas  noches no la soñaba y todo parecía una pérdida de tiempo. Pero una noche fingí caerme sobre la mesa y sus ojos se toparon con los míos. En un instante, la vi avejentada como nunca pensé que la vería. A cada segundo sus arrugas se acentuaban más y más, sus dientes se caían y su cabello parecía desaparecer como una marea en retroceso.  Entonces la perdoné y olvidé de una vez por todas porque la vida nos había separado. A veces, tan solo a veces, la vuelvo a cruzar pero ya no intento mirarla a los ojos, ni decirle que la amo. Tampoco intento tomarla de la mano, ni decirle que todo es un sueño.

Por German Rodriguez.



martes, 22 de agosto de 2017

Teoría de la estrella fugaz

En un paralelismo simple, una estrella fugaz es un pensamiento que no llegamos a procesar, un sentimiento inconcluso. Una sucesión incompleta de nada y de todo al mismo tiempo, de deseos y pretensiones imposibles. En un plano más complejo, es ella. Es èl. Es una mano entrelazada. Una caminata por la playa. El gol de tu equipo preferido. Los ojos de tu mama. Es la clarificación de nuestros anhelos más íntimos, los mismos que nos asustan y nos hacen seguir adelante. Un deseo inalcanzable por el cual vivimos. La imagen con la que soñamos y que por una milésima de segundo es real. La podemos ver, sentir, oler, escupir. Se cumple en nuestra mente y eso la hace nuestra, indefinidamente nuestra pero ¿Por qué depositamos el azar en el cielo? Si solo somos una explosión de tiempo y espacio corriendo sin retorno hacia ningún lugar. Si solo somos poesía barata sobre estrellas fugaces. Si solo somos estrellas fugaces.

Por German Rodriguez


lunes, 14 de agosto de 2017

A cada pisada

Cuando camino en silencio  te tengo presente a cada pisada, como una sombra de mis propios pensamientos que jamás desaparece. ¿Acaso sabes lo molesto que es eso? Quiero que sepas que a cada pisada es mucho tiempo, debería sacarte de mi cabeza ya mismo o al menos de mis zapatos. Ayúdame con eso.
He decepcionado a más gente de la que he impresionado. He creado un monstruo que se ha comido gran parte de mí mismo ¿aun así quieres estar a mi lado? Por las noches me desangro en sentimientos y hábitos que no suelo confesar. Me gustaría que sepas algo. Hay personas a las que con un cachito de felicidad les alcanza. Suerte a ellos. No yo. Morir a veces sucede tan a menudo y  tan lentamente que no nos damos cuenta y quizás vivamos toda nuestra vida muriendo. No intentes cambiar eso. Prefiero morir viviendo. ¿O acaso no lo entiendes? Soy una pérdida de tiempo. Siempre lo seré. Creo que debería terminar esta carta antes de que realmente llegue a algún lugar. Lo siento.  Te quiero. Créeme que lo hago. Adiós.

Por German Rodriguez.


lunes, 24 de julio de 2017

VIAJAR es AHORA

La vida es ahora. Siempre es ahora.- me dijo alguien sin saber que con esa frase me cambiaría la existencia. Creo que perdí mucho tiempo en darme cuenta que en esa analogía barata se encuentra todo. Cuando vuelvo el tiempo atrás, recuerdo que al caminar por mi ciudad intentaba tomar nuevas calles todo el tiempo para llegar a los mismos lugares. A la oficina, al bar o la casa de mis padres. Las diagonales eran mis aliadas y el colectivo con su ruta segura y prefabricada, mi peor enemigo. Me estaba sofocando sin darme cuenta. Mi vida se había vuelto demasiado monótona para tener apenas 25 años. ¿Acaso de pequeño me imaginaba en la cúspide de mi juventud encerrado en una oficina? Creo que todos sabemos la respuesta. Yo quería ser astronauta o vagabundo. Daba igual.  Los sueños imposibles son los únicos que deberían cumplirse. Por eso vuelvo el tiempo atrás y  me hago esa pregunta ¿yo soñaba esto de chico? Creo que ningún niño anhela tanta seguridad como la que consumimos diariamente. Entonces renuncié, no solo a un empleo o a una obra social, sino a muchas facilidades y prejuicios. Renuncié a mis amigos y a mi familia a pesar del amor que siento por ellos. Elegí una constante oportunidad de empezar de cero. De descubrirme a mí mismo nuevamente. De lo que soy capaz y de lo que no. Porque para eso viajamos para probarnos, para cambiar de rol, para generar nuevas motivaciones que nos lleven a recorrer situaciones antes impensadas. Para tener la libertad de enamorarse, de hacer amigos o de cambiar de empleo cuando se te de la gana. Decidí luchar por ese escupitajo de felicidad que aún creo que todos nos merecemos. Desestabilicé mi mundo, lo puse patas para arriba y me encanto.

Porque no hay valentía alguna en el hecho de abandonarlo todo. Claro que no. Pero tampoco hay valor en afrontar todos los días una realidad con la que no soñamos.

Por Germán Rodriguez


miércoles, 19 de julio de 2017

Gritos y sirenas

Peleé por mi vida. Peleé duro. Como nunca pensé que sería capaz de hacerlo. Recibí garrotazos en la espalda y no pudieron tumbarme. No pudieron. No podrán. Ellos ganaban en número pero no en fortaleza. Porque la policía es solo una fuerza que se deja empujar. Mi rostro sangraba por cada lugar, los ojos apenas me dejaban ver. Inflé el pecho como alguien que se prepara para morir de pie. De la única manera que podría hacerlo. Escupí algunos dientes. El color negro ganaba la escena. Ya todo estaba por terminar. No era capaz de diferenciar sonidos. Gritos y sirenas sonaban igual en mi cabeza. Los olores eran intensos, indefinibles pero aun así intensos. Las emociones también sangraban. Aun lo hacen. Por un segundo, dejé de confiar en mí mismo. Esa fue realmente la oscuridad que aun hoy siento. Recordé la primera vez que la vi sentada junto al mar como si ella debiera ser mi última imagen antes de morir. Creo que lo fue. Aún lo es. 

Por Germán Rodriguez.


domingo, 2 de julio de 2017

El amor en tiempos de psicólogos

Me enamoré. Me rompieron el corazón. Juré no volver a hacerlo. Lo volví a hacer. Todo se repitió de la misma manera. Decidí cambiar. Como si fuese algo que pudiese decidir. Amar de otra manera. Tampoco funciono, las formas de querer son siempre las mismas tan solo cambia el proceso. Extrañaba algo. No sé si aún lo extraño o si realmente nunca lo tuve. No sé qué es. ¿Alguien puede ayudarme a recordarlo? El amor en tiempos de psicólogos se explica mucho más intensamente. Antes solía enamorarme a cada rato, creo que todo el mundo se enamora a cada rato. De eso se trata. De chico inventaba historia antes de dormir, en realidad lo sigo haciendo. ¿Acaso no todos lo hacen? Esas imágenes son las que nunca nos dejan solos pero hay veces que no alcanzan, como hay veces que los jazmines no perfuman tampoco. Pero de a ratos una sonrisa si alcanza para olvidarlo todo, para que todo valga la pena una vez más. Para que el proceso vuelva a empezar y este texto pierda sentido a cada palabra.

Por Germán Rodriguez


viernes, 23 de junio de 2017

Magos


Juntos somos magia, por separado apenas un truco barato. - dijo antes de desaparecer.



lunes, 5 de junio de 2017

Dos años en el camino

Dos años en el camino. Viajando, animándome. Dos años en los que no ahorré para una casa, ni aporté para mi jubilación. Dos años en los que no me compré un auto, ni fui a la oficina todos los días a ver personas que detestaba y a  cumplir un horario que apenas me dejaba tiempo para mí. Dos años en los que no fui papa, ni formé una familia y tal vez decepcioné a la mía por eso. Dos años en los que viví diferente, en los que caminé raro, disparejo, a puro tropiezo, cargando en la espalda apenas un par de remeras, unas zapatillas sucias y miles de recuerdos y enseñanzas.  Dos años conociendo gente increíble, recorriendo rutas, rodovias, carreteras, saboreando nuevas y extrañas comidas, aprendiendo idiomas que apenas puedo recordar, cumpliendo sueños que ni siquiera sabía que tenía. Y de esto último creo que se trata viajar, al menos para mí, de alcanzar metas que aún no nos hemos planteado, de cumplir sueños que aún no hemos soñado. Dar un paso real, tangible a lo desconocido. A un nuevo paisaje, a una nueva pasión. El salto ese del que todos te hablan pero pocos se animan a dar, se trata de  vivir distinto, al menos un ratito. De cansarte de mirar el mar y no el celular. De cambiar de profesión, de amigos y de domicilio cada 3 meses. De normalizar situaciones que creías utópicas y encontrar en esa simpleza y en ese desarraigo el disfrute. Encontrarte en cada mirada con vos mismo, porque al fin y al cabo tú eres tu propio compañero de viaje.

Sentir los ojos brillar al hablar sobre los países que recorriste, por las casas donde paraste, las personas que abrazaste o a las que dejaste entrar en tu corazón. Sabiendo que un día vas a volver, siendo otro pero el mismo. Cargando irresponsablemente el peso de una vida lejos de casa.

Por German Rodriguez



jueves, 4 de mayo de 2017

Blancos

Nos encontramos en el desencuentro, en el exacto momento donde ambos habíamos arruinado nuestras vidas.  En donde lo imposible era realmente imposible pero, claro, no lo sabíamos. Por eso nos enamoramos porque era inútil y no hay nada más interesante que un amor sin futuro y  aunque la mayoría de los amoríos carecen de uno, al menos si tienen un comienzo. Algo. Una mirada. Todo empieza en una mirada. Siempre. Lo bueno y lo malo. Todo. Por eso aún recuerdo su mirada triste encaminándose al final. Un final  que no pudimos esquivar o tal vez solo no lo intentamos lo suficiente. 

viernes, 21 de abril de 2017

Aleluya y Fora Temer (un viaje por el nordeste brasileño)

El inconsciente colectivo nos susurra playas, carnaval, morochas exuberantes y pretos fornidos pero la realidad Brasileña nos da una trompada en la cara y nos muestra de lleno pobreza, piperos, locura y violencia. Por las noches y no solo por las noches, las calles desnudan un tercer mundo en caída libre. La gente escupe a Jesucristo en cada oración y el los escupe a ellos en cada esquina. Los abriga con cartones, les enciende la pipa y les da de comer como perros en la plaza. Oremos por eso y por el prójimo, que se cae a pedazos mientras la limosnera se llena y los evangelistas siguen predicando mierda a los gritos desde edificios cristalinos al costado de la favela. Aleluya y Fora Temer gritan las paredes y los desahuciados kayasa y macoña para olvidar la locura. Amen por la policía también que apunta y luego pregunta como dicen los libros de un estado corrupto y golpista. Porque dios nos ama a todos, o al menos eso dicen las remeras.


lunes, 17 de abril de 2017

Vida (in) Sana

 La luz me cegó cuando oí el primer disparo. Reí en un mero acto de inconsciencia. La segunda descarga dejó ver un aura de fuego y humo en la noche. El sonido se escuchó por toda la montaña. Volví a reír. Era una declaración de principios. Ya nada importaba realmente ¿Por qué no arriesgarse a que todo valga la pena? Pensé. La respuesta era una verdad demasiado limpia como para pensarla con un escopeta apuntándome directo a la cara.  Decidí dejar de reír. Al menos un poco. El camino de vuelta fue breve, la pendiente no tanto. A veces uno no sabe cuándo está cayendo. El tercer disparo no lo oí.
¿Cuánta mediocridad hace falta para arriesgar la vida? 
Me pregunté antes de tocar la maleza.

lunes, 20 de marzo de 2017

Muros

Éramos una mezcla imperfecta de contradicciones. De pasiones encontradas. De miradas sin sentido. Éramos un golpe certero a la mandíbula y al corazón.  Éramos todo lo que no debíamos ser, lo que no podíamos. Cuando el muro nos separó, cuando los puentes cayeron decidimos que seriamos libres para volver a traicionarnos como si aquella metáfora significara algo. Nos quemamos y no nos importó por que las paredes ya nos habían separado. Ya nada importaba realmente. El tiempo ya había retrocedido y nos miraba de reojo. Nos escupía recuerdos que ya no viviríamos. La realidad nos acobardó. Tuvimos miedo de ayudar al destino y nos quebramos. Morimos mil veces y lloramos otras tantas. Nos hablamos al oído susurrando tristeza prometiéndonos a nosotros mismos y al absurdo tiempo que algún día, en algún lugar  volveríamos a encontrarnos y derrumbaríamos, de una vez por todas, nuestros propios mundos.


sábado, 18 de marzo de 2017

Estacion AZ

Me enamore de ella en una noche de borrachera en la que honestamente todo salió mal. Aun recuerdo el azul de sus ojos acorralándome en la cocina. Una vez más deje que mis impulsos actuaran. Mala decisión. A veces pienso que el tiempo creo un espejismo y nada realmente sucedió.  Todo fue, por decirlo de una manera implícita, improvisado. Inventábamos una historia que no sucedería y  aun hoy, a escondidas, mientras recuerdo la culpa en tus ojos, sigo repitiendo aquel libreto por si alguna vez, por alguna casualidad, te acuerdas de mí.






martes, 14 de marzo de 2017

Centella

 Un destello azul tiñó el mar solo para nosotros. Para que nuestros corazones  perversos e indomables puedan iluminarse. Sus ojos, inconsecuentes con su mirada, reflejaban la violencia con la que nos definiríamos algún día. Sentí el dolor en sus palabras como un beso en la garganta. Esa noche los sinónimos se acumulaban en mi boca sin dejar palabra alguna que describa mis sentires. Una mudez digna de un glosario de sensaciones ciegas. Temblamos juntos de miedo, de vergüenza. Aquella luz nos había cambiado, en un segundo nos había golpeado de una manera brutalmente real. Ya nada era lo mismo. Los muelles nos invitaban a saltar, la luna jugaba  a ser sol, las palabras se desvanecían indecorosas. Todo era como debía ser.

Entonces lo hicimos, tomamos el respiro necesario y lo hicimos. Corrompimos esa pequeña negación consecuente a nuestra juventud, finalmente fuimos felices.


lunes, 6 de marzo de 2017

Centro



Me sentía bien al saber que ella no era la indicada. Que pese a nuestras pasiones acabaríamos por despedazarnos parte por parte como lobos hambrientos. Pensé en escribir sobre eso. Creo que lo estoy haciendo en este momento. Perdón, creo que no estoy siendo honesto. No podría siquiera intentarlo. ¿Y si Acaso si era la indicada? Pienso que debería escribir sobre eso también. Creo que no lo estoy haciendo en este momento. Tan solo estoy hablando de escribir. ¿Lo era? Pues yo creo que sí, sino no estaría escribiendo sobre ella en este momento. Si es que lo estoy haciendo, claro. Estoy escribiendo sobre ella aunque el asunto soy yo. ¿No debería escribir sobre mí mismo?

Todos escriben sobre sí mismos. Tal vez tenga que hacerlo, quizás yo no era el indicado para ella, ni para estas lineas.



domingo, 5 de marzo de 2017

Serendipia

Ella rompió la carta frente a mí como si no le importaran las palabras. Cuatro fueron los pedazos. Dijo que no le gustaban los regalos. Me escupió sin saberlo, pero tampoco importó 
¿Realmente es tan divertido tener el control?

Volví a escribir otra carta. Esta vez la guardé. Caminamos a la par casi sin hablarnos. Ella sonreía a los extraños. Tan solo recuerdo que hacía mucho calor. Tomé la carta de mi bolsillo y la arrojé al mar. ¿Qué tiraste? Me preguntó. No supe que responder. A veces los sueños tardan en despertar. Desde ese día no la volví a soñar.


miércoles, 22 de febrero de 2017

Hermano

Cuando desperté me sentí raro, algo en mi había cambiado, ya no me invadían los gustos subversivos, ni los placeres clandestinos, ya no deseaba emborracharme, ni siquiera prender un cigarrillo. A mi lado yacía envuelta entre sabanas una persona que solía detestar pero que ahora amaba con esa locura a la que no le caben adjetivos. Intenté, en vano, prender el velador de sobre la mesa de luz. Ninguno de los dos elementos se encontraba en su lugar. A decir verdad, yo tampoco me encontraba donde debía. La cama era más amplia y las sabanas de un color rosado con pequeñas flores blancas estampadas. La habitación estaba en penumbras pero tenía la certeza que jamás había estado allí. Con algo de desgano logré levantarme y dirigirme al baño. Pasé las manos por sobre mi cabello y estaba notoriamente más corto y peinado, quise soltar un grito pero la paciencia le gano la pulseada a la desesperación. Mi barba también había desaparecido y una afeitada al ras decoraba mi cara, encontré algunos granos que no solían estar y un lunar, al cual le sobresalia un pelo grueso y oscuro, junto a mi labio inferior. Mis ojos ya no eran verdes, ahora trasmutaban un matiz pardo con pequeñas manchitas rojas. Escuché que alguien me llamaba, no era mi nombre, por supuesto, pero sabía que se dirigía a mí – En el baño – respondí con seguridad.  Ella me abrazó por la espalda y recostó sus manos por sobre mis hombros, sus cabellos caían brevemente sobre mi cuerpo y podía sentir su grasa abdominal apretándome la columna. Susurró algo a mi oído y contesté con un beso suave en la mejilla. Cargué mis palmas de agua y las refregué por mi rostro. Debía ir a la fábrica, lo sabía. Mecánicamente me vestí y bajé a desayunar. Un tazón de café me esperaba junto a mi esposa. Su sonrisa esbozaba la felicidad que sus palabras escondían, discutimos sobre algunos gastos y se fue dando un portazo. No me importo mucho. La fábrica me era extrañamente familiar, todos me saludaban con abrazos fraternales y chistes sobre la derrota de mi equipo el domingo pasado. Me querían. Me querían mucho. Empalmé algunos juguetes como si mi vida dependiera de ello. Al mediodía pedí una hamburguesa en la confitería de la esquina y luego volví a trabajar, sin tener segundos pensamientos sobre la explotación y la relación de dependencia obrera. Tan solo cumplía mi labor. Por la tarde un compañero me sugirió unirme al sindicato pero negué la invitación con una mirada entrañable y una pregunta de difícil resolución - ¿Para qué? –.  Intentó disuadirme con argumentos un tanto condescendientes. Pero en mi cabeza ya no cabía la disyuntiva social. Se fue murmurando algo por lo bajo. Tampoco me importo.
La cena estaba sobre la mesa y ella esperándome junto al televisor, vimos un programa de preguntas y respuestas en las que ni siquiera intenté acertar. Me reía de los participantes. Su día había estado algo atareado, debí escuchar. Su patrón, que también era su tío, menospreciaba sus capacidades y le faltaba constantemente el respeto. Soslayó ideas fugaces sobre la justicia y noté algo de frustración en su voz. Estiré la mano por sobre la mesa y con mi pulgar rasqué su muñeca – Ya está – Musité. Creyendo en la permutación de aquellas dos palabras tan sinópticamente parecidas. Nos acostamos, hicimos el amor, nos abrazamos, luego volteemos y nos dormimos. Sabía que mañana seria otro día, tan igual a los anteriores que asustaba pero no tenía miedo, quizás, si algo de felicidad.




martes, 14 de febrero de 2017

Propuesta

Era una clara ruptura con el marco teórico del amor. Totalmente atemporal. Memorable. Ese instante que sabemos, recordaremos y luchamos por pulir cuando está sucediendo. Una imagen en el tiempo. Clavada. Viva. Una contemplación de dualidades dispares que sonrojan el orgullo. Un enredo de palabras como estas. Quizás solo el recuerdo alcance. Tal vez no. Un recuerdo jamás es un buen consuelo. Apenas una imagen que no es y seguramente nunca fue tampoco, como si  hubiese sucedido.

Sus nombres apenas los recuerdo pero podría decir que nunca los supe. No importa. Él estaba de rodillas como lo estaría toda su vida. El amor verdadero nunca espera, se levanta y golpea. Dijo algunas palabras que tampoco recuerdo, y las lágrimas empezaron a brotar de sus  ojos. Ella no respondió. Su mirada lo hizo por ella. Los segundos pasaban brutalmente reales y ella no respondía. Creo que  realmente nunca lo hará. La escena perdió sus pequeños gajes de romanticismo. Le sedujo la idea de decir algunas palabras pero nada parecía oportuno. El aire consumido de resignación entraba palpable en sus pulmones. Ella dijo sí.


lunes, 6 de febrero de 2017

Carta

Esta carta la esconderé y seguramente nunca la encuentres porque quizás nunca la busques. Echar culpas podría ser lo más fácil de hacer, también podría conjugar un sinfín de preguntas sin respuesta y deplorar volver el tiempo atrás pero no lo haré. Como tú has dicho, es la infausta maduración la que ya dictó nuestra sentencia, perdimos la inocencia con la misma inconsciencia con la que nos enamoramos. Mi prosa se contagia de la tuya a cada renglón, como mi vida se apegó a la tuya en cada momento. En esta especie de cadáver exquisito de despedida sobraran los sentimientos y escasearan las palabras sobre mis indescriptibles sentires. Ante todo, jamás le negaría a nuestra hija la oportunidad de ver a su padre, pero dime tu Víctor, que siempre has sido un experto de la mentira ¿cómo le explico que su papa es un borracho, un trastornado que no piensa más que en mismo?, ¿cómo le describo las noches que te tuve que arrastrar por la escalera hasta la cama para que ella no te vea sumergido en un charco de vómito?
Tal vez mentirnos a nosotros mismos fue nuestra única verdad, la salida más fácil, lo  único realmente verdadero de nuestra relación. Hace tiempo siento un abandono inmerecido propio de un misógino despechado.
 Lo intenté, créeme, realmente lo intenté, voltée mi cabeza para no ver, tapé mis oídos para no escuchar ya que por más que apuñalara  mi corazón no iba a dejar de sentir. Mi único consuelo es tan sólo saber que el dolor es un preparativo para el amor. Y confía, oh Dios mío, mi querido Víctor, confía que este dolor es aún más grande del que tú, algún día, puedas imaginar.
Tengo la certeza de que jamás volveré a sentir como antes de que este amor me desgraciara. Quizás nunca más pueda disfrutar de los ocios del corazón.
La vida ya no era tal junto a ti, mi querido  Víctor.  Eventualmente aprenderemos a desconocernos, casi con la misma naturalidad con la que comenzamos a amarnos. No es tu culpa, ni tampoco la mía, escribimos nuestra historia fuera de tiempo y en un léxico que desconocíamos. Por eso te perdono, aunque jamás lo sepas, yo te perdono y espero que en tu triste nostalgia también puedas perdonarme.

                                                                                                       tu antes querida, Isabel. 

Fragmento de "Participes de lo impune". Mi primer novela.


viernes, 27 de enero de 2017

Jesus (Un tipo Comun) Parte dos

...Por eso, nos tenemos que poner a laburar, tenemos que aprender a hacer milagros falsos.  Escúchame Nitrógeno ¿el almacén lo atiende la viejita Peraita todavía?
-          Si, supongo que sí. Pero ya no nos va a fiar más me dijo.
-          No importa. Vamos pal` el almacén.
-          ¿Y para que vamos a ir al almacén? – advirtió Tuca desde el piso.
-          Lo vamos a afanar. Ese va a ser nuestro primer milagro.
-          Pero Jesús ¿por qué vamos a hacer eso?
-          Señor Jesús para vos, pelotudo.
-          Perdón Señor pero no entiendo ¿Robar no es malo?
-          A partir de la fábula de la propiedad privada robar es malo.  Este fue el concepto que puso al descubierto a la humanidad toda. - Explicó con aires de grandeza - ¡Muchachos por favor!Nuestra  raza se conforma de criaturas horribles y egocéntricas que solo buscan la felicidad a través del cúmulo absoluto de las cosas más absurdas. ¿Saben? Hay personas que coleccionan sapos de porcelana. Me podes decir vos para que mierda una persona colecciona sapos de porcelana. Por qué le dijeron que lo haga, porque la sociedad te dice que coleccionar sapos de porcelana está bien.
-          ¿No es algo surrealista eso?
-          Tuca, por favor, no digas boludeces que encima no sabes lo que significan.
-          Mira vos, no sabía que había sapos de porcelana – Acotó Gustavo quitando el vino de sobre las manos de Carlos.
-          La idea es fácil de desentrañar-. Robar es malo porque nos dijeron que es así.  Que pasaría que si te dijera que Noé, antes de hacer el Arca se dedicaba a afanar jubilados ¿Por eso vas a pensar que robarle a los viejos está bien? –  Levantando las manos continuó aún más expeditivo que descriptivo -  Acá nos inventaron una historia para cada moraleja. En nuestro credo robar está permitido mientras las causas sean honestas y así lo dice el señor, mi viejo.
-          - No sé si había jubilados en esa época – murmuró Chelo mientras sus labios besaban el borde del cartón.
  -      Siempre hubo jubilados. - Reafirmó Tuca.
-          La idea es la misma, muchachos. No hay tal cosa como el mal o el bien. Es todo masómenos lo mismo. Ese es el verdadero concepto del yin y el yang. ¿Estamos todos de acuerdo?
-          Si - Contestaron a coro.
-          Y les aviso que ninguno se anime a traicionarme porque lo mato. ¿Escucharon?
-          Si – volvieron a repetir.
-          ¿Escuchaste Nitrógeno? Vos temes una cara de Judas bárbara. – Acusó Carlos.
-          No, señor Jesús, yo jamás le haría algo así a usted.
-          Muy bien. Actuemos entonces. El plan es sencillo, pero escuchen con atención porque no podemos cometer ningún error.
-          Ajam.
-          Nitrógeno, vos que sos el que tiene la plata de todos, entras, así, lo más campante y le pedís un whisky a la vieja, pero uno de los buenos, no de los berreas que tiene en la vidriera. Viste, que los tiene allá arriba. Entonces va a tener que ir a buscar una silla o algo par a llegar. Porque por lo que yo recuerdo la vieja no mide 1.90. Ahí nomás cuando se da vuelta metes la mano en la caja agarras todo y salís corriendo. Es más, si podes te afanas alguna boludes que tenga arriba del mostrador también.
-          Pero Jesús, va a saber que fui yo.
-          No importa.
-          ¿Cómo que no importa?
-          No importa porque cuando te vas corriendo yo te detengo. Te paro en seco ahí en la puerta y con mis poderes adverbiales de convencimiento hago que te detengas, que le pidas perdón a la vieja y le devuelvas la plata.
-          ¿Vos tenes poderes Jesús? – preguntó tímidamente Tuca arremangando su camisa.
-          Soy Jesús, no Superman, boludo. No tengo poderes, pero la gente tiene que pensar que sí. Porque la palabra es algo así como un poder también. Y ahí, ¡Guala!, - exclamó chasqueando la lengua - mi primer milagro. Los viejos me van a amar.
-          Pero Jesús, yo no puedo hacer eso.
-          ¿Por qué no? Viste, Carlos tenía razón, tenes una pinta de judas bárbara. Ya me estas traicionando. Yo sabía.
-          No, señor, pero…
-          Escuchen muchachos, les voy a contar una historia. Una historia con todas las letras. Mi padre, el señor, como muchos de ustedes le dicen.  No me habla, no atiende mis plegarias, ni escucha mi confesión. No me dice nada. Ni mu me dice y ¿saben qué? Tres carajos me importa. Yo no voy a regir mi vida por el furor conjetural de una religión que ni siquiera es mayoritaria en un mundo que se cae a pedazos. Díganme en que parte de la Biblia dice que un señor designado por quien mierda sabe quién tiene que ser el representante de mi viejo sobre la tierra y labrar las vicisitudes del bien y el mal. En ninguna. Es todo  cuento, el humo blanco, la sucesión divina, todo cuento.
-          Y sobre esta piedra erguiré mi iglesia… - interrumpió Matías desde el fondo.
-          Mi iglesia. Eso dice Pedro. Mi iglesia. No mi reinado. No mi coyuntura. Por favor, no alabemos falsos héroes, tiranos vestidos de blanco.
-          Pedro, el primer papa…
-          El primer papa, las bolas. Pedro era más albañil que sacerdote. ¿Dónde viste un papa revocando paredes?
-          ¿Y vos, Jesús? ¿Quién sos entonces?
-          Soy Jesús, eso soy. Un tipo vestido como un boludo que habla en una esquina para siete borrachos que están más preocupados en tomar vino que en salvar el mundo. Ese soy yo, un tipo que imita a otro pero que al menos sabe bien quién es.
-          ¿Y la historia?
-          No importa la historia, lo que importa es si estamos dispuestos a profanar lo moralmente correcto y a exiliar toda posibilidad de redención terrenal inmediata.
-          No entiendo. – susurró Matías desorientado
-          ¿Si estamos  dispuestos a ir presos? – interrogó Tuca.
-          Eso, a veces pienso que vos sos el único que me entiende.  Muchachos, sepan que toda gran epopeya merece un sacrificio real, tangible y esta labor en particular lo requiere cabalmente.
-          Pero ¿Por qué tengo que ser yo?
-          A vos la vieja Peraita  ya te conoce y te va a perdonar. Yo la convenzo de que no llame a la cana, no te preocupes por eso.  Y vieron como es la vieja, no se le escapa un chisme ni de casualidad, a los diez minutos todo el barrio me va a dejar de ver como un loco y me va a empezar a ver como lo que realmente soy.
-          ¿Como? –Preguntó Chelo luego de unos incómodos segundos.
  -     Como Jesús, boludo. El salvador. Ese. El hijo de cristo, el que vino a sufrir por ustedes manga de mamertos. Ese soy yo.
 -   Amen -  Gritaron ya todos desde el piso.
-     Bueno nitrógeno, levántate y anda.
-     Pero…
-     Levantate y anda dije, la puta que te parió.


Continuara……….