martes, 30 de julio de 2019

A través de ti



Me he ahogado. He estallado. Me he  quebrado en cientos de pedazos y, aun así, he sobrevivido. Aquí estoy. Tan imperfecto como al principio. Como si ningún huracán me hubiese arrollado y créanme que lo ha hecho. Las tormentas pasan, los pedazos se vuelven a unir. Algunas cicatrices quedan. Supongo que de ellas aprendemos. Algunos amores tan solo llegan para marcharse. Así debe ser. Luchar es en vano. Hay algo de hermosura en eso. Nos mantiene vivos en cierta forma. Siempre y cada vez duele. No voy a mentir al respecto. Todos me han hecho llorar, pero el tiempo me enseñó que sobreviviré. Que no me ahogaré, a pesar de todo, estaré aquí. Solo queda entenderlo y seguir. Unir los pedazos y seguir. Supongo que eso es el arte después de todo.



martes, 23 de julio de 2019

Reseña Partícipes de lo impune, de Revista Galeradas

Las penas del joven Werther . ÁLVARO. «Léalo, luego compréndame».
Dos hombres: Víctor Dusing y Álvaro Mansilla.
Dos Argentinas: La Argentina de los albores del año dos mil y la Argentina de los años cincuenta.
Dos libros: Las penas del joven Werther, del autor alemán Johann Goethe, y Las penas 
del Álvaro de… Álvaro.
Víctor Dusing es un reputado periodista con una ortodoxa vida familiar, a priori. Su canónica esposa Isabel y su pequeña hija Josefina enmascaran la verdadera realidad del protagonista: un hombre henchido de desazón, pesadumbre y desánimo vital. Un jeribeque del destino le deposita un libro en sus manos: Las penas del Álvaro, un «Werther» argentino ligado a un amor inaceptable para su entorno.
Álvaro Mansilla, como contrapunto a Víctor Dusing, es un hombre luminoso, empecinado y agonista. Quizá las zancadillas que le ha puesto la vida le han hecho no cejar en el empeño de formar, con su amada Emma, esa familia arquetípica de Víctor Dusing.
La lectura de Las penas del Álvaro supondrá una catarsis para Víctor Dusing y un reencuentro con sus entrañas; con lo que fue y lo que quiere ser.



El autor
Germán Rodríguez en su obra Partícipes de lo impune nos muestra un ying y yang de sentimientos y de formas de entender la relación de pareja totalmente antagonistas. Por un lado, expone ese amor de pareja, de familia, acomodado, burgués, «ideal»; en el que no existe el desafío ni la adrenalina. Ese amor y esa vida que algunos buscan y, paradójicamente, infravaloran después. Por otro lado, expone los infortunios de aquellos que, para conseguir ese anhelado amor y vida familiar, deben superar como si de Ulises se tratara. Y precisamente estos últimos son los que tienen un espíritu más refulgente.
Así, el autor retrata con absoluta ternura y sensibilidad un amor incomprendido y complejo ahondando en la particular psique de cada uno de sus protagonistas: Álvaro Mansilla y su frágil Emma. De igual modo, y a través del otro protagonista, Víctor Dusing, nos alecciona para no desdeñar la vida cuando esta se nos presenta «fácil».
Partícipes de los impune supone además una amena «clase» sobre la historia moderna de Argentina que nos ayuda también a entender el porqué de cada una de las actitudes y motivaciones de los protagonistas. El autor hace un recorrido, mediante pinceladas históricas, por los periodos más convulsos de Argentina: desde la facción socialista del año 32, pasando por el peronismo posterior y, finalmente, ultimando con la gran crisis sociopolítica de principios del año 2000.
«Léalo, luego compréndame»: ¿Álvaro, Víctor, Argentina y/o nosotros mismos?

Virginia López. Revista Galeradas.




lunes, 15 de julio de 2019

Perdido en tu recuerdo


Cualquiera puede mirarte a los ojos y decirte que eres especial, que no te olvidara jamás, que eres el amor de su vida o cualquier tipo de frase o artilugio para hacerte sentir única. Todos pueden hacerlo. Todos lo hacen, supongo que ya lo sabes. Es fácil. Yo podría hacerlo en este momento, y hasta  quizás lo esté haciendo ahora mismo mientras imagino este relato.  Podría escribir las oraciones más hermosas y decirte que tú, y solo tú, eres la razón de mi vida, mi inspiración y mi salvación. Pero ¿sabes qué? No lo haré,  a pesar de que quizás sea verdad. No lo haré, y mi única razón es tan sencilla como la razón que nos unió. Ya no estas y yo tampoco estoy. Algo más que  kilómetros y  mares nos separan. Nos separa un olvido que se acerca y tengo miedo de quedar atrapado en él. Lo siento. Tengo miedo de olvidarte. De que el tiempo borre nuestro efímero pasado. No lo puedo evitar. Es tan frágil. Tengo miedo de caer en la tentación de usar algún artilugio barato, como estas palabras, para que te quedes conmigo, aunque sea solo un rato más.


Por Germán Rodriguez.