miércoles, 14 de noviembre de 2018

Tres años en el camino


 En la mochila, agua y un libro. La remera cortada y algo de plata para la arepa, la tapioca o lo que sea  que se venda en la calle. Con los auriculares sonando. Caminado. Mirando alrededor. Así son mis días. Simples. Con menos en el bolsillo y más en la cabeza. Atravesando playas, ciudades, selvas, pueblos o desiertos. El caribe o el amazonas son lo mismo para mí. Parando en el mejor hostal o durmiendo en una estación abandonada al costado de la ruta. No importa mientras sea con las personas correctas. Porqué en tres años en el camino aprendí una cosa: Viajar es acerca de las personas. No se trata de playas de arena blanca y agua cristalina, ni  de animales exóticos o comidas afrodisiacas. Es sobre la gente que está a tu alrededor. Ellos son los que hacen a los lugares. Los que trasforman un arroz en la comida más rica del mundo o una simple caminata en el tour más adrenalinico. Ellos marcan la diferencia. Amigos tan efímeros como inolvidables que empiezas a admirar y te cambian para siempre. Y también aprendes, que soltar es parte de seguir adelante, de avanzar.  Porque la vida está en el movimiento y girarla es lo que le da sentido. Y yo decido hacerlo con todas mis fuerzas porque, a veces, una vida es demasiado poco para cumplir tus sueños y no creo que necesitemos tanto equipaje para ser felices.
Dejar ir es la mejor manera de crecer y también de viajar.

Por Germán Rodriguez.



sábado, 10 de noviembre de 2018

Hablemos


Hablemos de fracasos, de batallas perdidas, de decepciones y de amores imposibles. Hablemos de canciones tristes, de guitarras rasgadas, de cervezas derramadas. Hablemos de nosotros, de botellas rotas y de kilómetros perdidos, y así cuando no podamos más, cuando nuestros pechos se ahoguen en el silencio y nos obliguen a callar, hablemos de triunfos, del futuro, de ideas valientes y de las locuras que nos mantienen vivos. De vasos llenos, ilusiones frescas y de reencuentros. Hablemos de nosotros, de lo que podríamos haber sido, de lo que somos y de lo que fuimos. Hablemos y aunque no digamos nada te lo ruego, por favor, hablemos.


Por Germán Rodriguez.


sábado, 3 de noviembre de 2018

La revolución de los marginados


La culpa de clase está al acecho de la clase media (la clase alta ni siquiera tiene la decencia de sentir culpa) a toda hora y  la mitigamos  con acciones tontas, que nos hacen sentir parte de la sociedad que realmente ignoramos. Al ayudar a un ciego a cruzar la calle o al darle una moneda desde una camioneta calefaccionada a un chico que se está muriendo de frio en un semáforo. Eso nos hace sentir bien y hasta por un segundo pensamos que estamos cambiando algo. Que si todos hicieran algo así el mundo sería un lugar mejor.  Aleluya. Pero la verdad es que no cambiamos nada, que damos migajas de las migajas. Sobras de nuestras sobras.
Ellos lo ven, ahí crece el odio, en las acciones mediocres. En los gobernantes mediocres. En nuestra mezquina solidaridad adquirida de la televisión, de las curvas sensuales y los bailes baratos. Algún día van  a venir a tomar lo que es suyo y no va a haber migaja que los frene. Las balas no van a alcanzar tampoco. La revolución de los marginados salvarà al mundo.

Por Germán Rodriguez
Fragmento de mi segunda novela "Los días sin camino".