domingo, 29 de abril de 2018

El arte de dejar ir


Aun me tienes, ¿lo sabes, verdad? Solamente quería que lo sepas. Pero tú ya lo sabias, siempre lo has sabido. Me asusta saber que quizás no vuelva a verte y esa es toda la verdad que tengo. Ni una certeza más. Solo eso. Ese miedo abismal que se escapa en cada una de estas oraciones. Un miedo muy grande. Porque el amor duele también. ¿Lo has sentido? Porque tu dueles como el peor dolor que he sentido. Como una vida que se te escapa entre los dedos.  El mundo puede ser un lugar bastante escurridizo a veces y entre problemas y decisiones nunca elegiremos al amor.
Nos conocimos, sin querer hacerlo y asesinamos nuestros corazones en un segundo sin pensarlo. Yo era una persona detestable, un arquitecto del mal me dijo alguien alguna vez  y tu todo lo que alguien como yo no podría tener jamás. Eras todos mis sueños rotos.
Nos  despedimos, sin decir mucho,  te miré y me esforcé en decir lo correcto, pero hay veces que un abrazo es más prometedor que todas las palabras acertadas del mundo.  Te sostuve fuerte en mis brazos, ¿Lo recuerdas? Parecía que te ibas a quebrar,  tus pies se despegaron del suelo y tus cabellos invadieron mis ojos. Hay palabras de las que uno no se recupera jamás. De las que uno no se puede escapar. Adiós es una de ellas. Creo que por eso odio tanto las despedidas.

Por Germán Rodriguez.




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