La
gorra inclinada le oculta la mirada porque hay cosas que nadie quiere ver, pero
él lo hace de todas maneras, con los dientes sucios y el bigote mal afeitado
mientras la vida sigue pasando y golpeando duro. Un Refugiado de su propio
pueblo a los 22 años, ignorado por los suyos, abandonado por su familia. ¿Cuánta
poesía hay en esa resistencia? Yo hubiese caído hace tanto tiempo.
Una
historia clásica, una familia disfuncional, un padre borracho. La injusticia y
la violencia entran rápido en la ecuación de los más chicos. ¿Todavía los
seguimos culpando? A los siete años, ya vivía en la calle porque no hay edad
para la inconsciencia.
-
Solo quiero paz – susurra con los ojos
cristalinos y yo tampoco pude evitar llorar.
Ahí
está el prójimo, tan cerca tuyo que ni
lo ves, tan cerca que apagar la tele no es una opción. Míralo bien, dale una
mirada de cerca, se parece bastante a vos ¿no?, a tus amigos, a tu familia. ¿No
lo entendes, verdad? No te preocupes la iglesia y el estado tampoco lo hacen. Nosotros
no somos el prójimo porque en esta sociedad individual y controlada, el prójimo
murió hace mucho tiempo, quizás desangrándose en la cruz.
Por Germán Rodriguez