domingo, 9 de septiembre de 2018

Amalo si lo hiciste


-    - Jamás quise llegar a este momento – dijo con algo de nostalgia en sus palabras. En ese instante supe que había venido a despedirse, que el juego había terminado.
 Bueno, supongo que así son los finales. Tristes. Todos bastantes parecidos. Solo quiero que sepas que has sido importante para mí y cada tanto sigo leyendo la última carta que me escribiste o acariciando la foto que me regalaste aquel día en el parque. Porque aunque todos los finales sean más o menos iguales, los principios no lo son. Y nosotros sí que tuvimos un buen comienzo. El mejor de todos. Me quedo con eso y con el dolor de una historia incompleta. Tú puedes quedarte con el libro. El final no es tan triste como el nuestro.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Esto no era un cuento. Era la realidad. Los cuentos eran más divertidos, al menos para el que los escribe. Su última mirada creo que la recordare por siempre. Fue lo más real de toda nuestra relación.

Tomó el libro y se fue junto a Murakami. Jamás volvería a leer algo de ese tipo, pensé. Ahora necesitaba algo más fuerte que una cerveza. Algo más fuerte que todas las cervezas juntas del mundo. Me fui al bar de la esquina, la soledad no iba ayudarme. El mozo ya me conocía. No le agradaba demasiado. En cierto punto, no le agradaba demasiado al resto de las personas tampoco. Pedí un whisky. Odiaba el whisky. Me lastimaba la garganta. Ya había sufrido demasiado esa noche.

Por Germán Rodriguez.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario