Desde que se fue, todos los días intento dejar de amarla, como si olvidarla fuese una
especie de ejercicio que solo con la práctica se hará posible. Dejar de
pensarla, arrancarla de mi piel. Sé que sucederá, lo sé, tan solo quiero acelerar el proceso. Odio los
procesos. Son tan… aburridos. Nada es claro durante el proceso. ¿La queremos?
¿No la queremos? Todo es parte de lo mismo. Es algo necesario. El sufrimiento
es obligatorio cuando se amó. No puedo negar eso. Ni a ella tampoco. Quizás
negar sea parte del proceso también. Lo estoy haciendo o al menos creo que lo
hago. Estoy perdido. No sé en qué parte estoy realmente ¿la quiero? ¿O no la
quiero? Es confuso. ¿Es esa la pregunta? No lo sé. Estoy perdido de nuevo.
Por Germán Rodriguez.
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