lunes, 26 de marzo de 2018

En el medio

Entre mixturas y mixturaje. 
Entre lo autóctono y lo nativo. 
Entre pobres y pobreza. 
Entre chozas y mansiones. 
Entre niños y trabajadores. 
Entre el dinero y el destino. 
Entre mal nacidos y afortunados. 
Entre nosotros y ellos. 
La realidad.


Por German Rodriguez.



viernes, 16 de marzo de 2018

Tormenta


Llovía como nunca antes había visto o escuchado llover. Los vendavales de agua chocaban con benevolencia contra la proa. El cielo se iluminaba a cada rato dejando ver una furia apocalíptica, y el barco parecía a punto de voltearse a cada minuto. Te mentiría si no te dijera que había algo hermoso en todo eso. En cierto punto, acogedor. Quizás porque la lluvia y aquella  violencia desmedida, me recordaban a tu rostro al despedirnos por última vez. Las gotas cayendo por tu particular nariz. Tu voz a punto de extinguirse, rugiendo como una tormenta, furiosa por todas tus decepciones de las que yo también fui parte. Por todos los duelos que no hiciste. Por todas las promesas que cayeron al suelo. No todos las historias perfectas son para todo la vida, lo sé, pero la nuestra si era una historia  de esas que encajan pieza a pieza, una de esas historias de las que todos queremos ser parte y no se cómo todo se derrumbó. No lo sé. Realmente no lo pude evitar. Solo sucedió. Tan real y brutal como esta tormenta y este barco volteándose de lado a lado en algún abismo oscuro del Amazonas.

Por German Rodriguez.



Fabula del escarabajo negro.


 En un rincón escondido de la comunidad Mamai en el fondo del Amazonas, el escarabajo negro selecciona destinos. Enviado por los sabios Quierecs al inicio de cada cosecha desde los tiempos  inmemorables  del chamán Craun- Uka, el escarabajo, guiado por los Dioses, vuela a través de los cinco continentes en busca del elegido. Al llegar a la región de Chaumin, en las praderas del monte Riuen, el escarabajo se posó sobre la nariz de uno de los discípulos del maestro Hai. Éste intentó disuadir al insecto de que se aleje pero el escarabajo estaba seguro en su afán y permaneció aferrado al joven. El discípulo preguntó a su maestro que hacer. Hai medito un momento y susurró que en el amazonas él debia averiguarlo. Los dioses lo habían elegido. Sorprendido pero alagado Krain cruzó la mitad del mundo en una embarcación mercantil, que se dirigía al rio Preto a cargar té, en busca de aquella respuesta. Krain navegó por espacio de seis meses y se enriqueció en el arte de la pesca, la meditación y las constelaciones. Jugó de amores con una nativa, llamada Lian y  sus ojos alcanzaron bellezas de las cuales desconocía su existencia. Al llegar a la región de Mamai, cruzó a pie el sendero de Fraijs y se aventuró por la selva amazónica durante una semana guiado por la constelación Zua, como su enamorada le había enseñado. El día que arribó a la vieja aldea de los Quiercs, vio a un hombre mayor meditando junto al rio. Alentando por sus enseñanzas se sentó frente a él y durante dos días permaneció en silencio. Al tercer día, él sabio amagó a abrir los ojos y en un pestañeo veloz  suspiró - El destino en el camino y no al final- Entonces Krain se levantó y se fue en silencio.

Por German rodriguez.







miércoles, 14 de marzo de 2018

La carrera

La comida cae desde el barco y la carrera comienza. Media docena de niños de no más de ocho años reman con todas sus fuerzas a través del río más peligroso del mundo en busca del premio mayor: el almuerzo. Sus expresiones osilan entre desesperación y la rudeza. Las bolsas no son muchas y si el nudo resiste nada se va a mojar. La corriente los ayuda a llegar. El barco arroja una bolsa más, y un nuevo competidor entra en juego. Una niña de entre 5 y 6 años decide nadar desde la otra orilla haciéndole frente al monstruo de acero y se hace con la última entrega. Ellos no sueñan con caramelos, ni chocolates. Mas bien con la quentinia del día. No hay aforismos didácticos que lo expliquen muy bien, pero a veces suficiente comida no es suficiente.

Por Germán Rodriguez

viernes, 9 de marzo de 2018

El Amazonas en la mirada de Belem

Los cabellos al viento, los rulos rubios revoloteando, el remo en una mano, la soga en la otra. Enganchar un barco se le hace la tarea más fácil y cotidiana del mundo. Amarra y salta como su apai le enseñó. Sube con sus bolsitas de camarones y con el temple serio y triste de un adulto arrasado. Ya nadie le compra, todos acaban de comer. Ella no dice nada, apenas baja la cabeza, frunce el ceño y sigue. Murmura unas palabras que nadie escucha. El río ruge aún más fuerte que la tormenta que se avecina. Los pájaros aceleran su andar. La injusticia en su carita marca la realidad. Camina lento y casi que no mira mientras lo hace. Con timidez se  acerca y la veo sonreír por primera vez. Apenas 5 años y una vida desarmada. Ella no va a la escuela, ninguno de ellos va. Dice que le gustaría aprender a leer pero en la ruleta de la vida a ella le tocó solo aprender del río. Con su mirada delicada y su inocencia intacta habla de los delfines, y vuelve a reír. por un segundo parece una niña de nuevo. Pero entonces ya es tarde y le toca seguir, porque la canasta sigue llena y la gente que acaba de comer quizás tenga hambre de nuevo.

Por German Rodriguez.