Ella
rompió la carta frente a mí como si no le importaran las palabras. Cuatro fueron
los pedazos. Dijo que no le gustaban los regalos. Me escupió sin saberlo, pero
tampoco importó
¿Realmente es tan divertido tener el control?
¿Realmente es tan divertido tener el control?
Volví
a escribir otra carta. Esta vez la guardé. Caminamos a la par casi sin
hablarnos. Ella sonreía a los extraños. Tan solo recuerdo que hacía mucho
calor. Tomé la carta de mi bolsillo y la arrojé al mar. ¿Qué tiraste? Me preguntó.
No supe que responder. A veces los sueños tardan en despertar. Desde ese día no
la volví a soñar.
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