viernes, 27 de enero de 2017

Jesus (Un tipo Comun) Parte dos

...Por eso, nos tenemos que poner a laburar, tenemos que aprender a hacer milagros falsos.  Escúchame Nitrógeno ¿el almacén lo atiende la viejita Peraita todavía?
-          Si, supongo que sí. Pero ya no nos va a fiar más me dijo.
-          No importa. Vamos pal` el almacén.
-          ¿Y para que vamos a ir al almacén? – advirtió Tuca desde el piso.
-          Lo vamos a afanar. Ese va a ser nuestro primer milagro.
-          Pero Jesús ¿por qué vamos a hacer eso?
-          Señor Jesús para vos, pelotudo.
-          Perdón Señor pero no entiendo ¿Robar no es malo?
-          A partir de la fábula de la propiedad privada robar es malo.  Este fue el concepto que puso al descubierto a la humanidad toda. - Explicó con aires de grandeza - ¡Muchachos por favor!Nuestra  raza se conforma de criaturas horribles y egocéntricas que solo buscan la felicidad a través del cúmulo absoluto de las cosas más absurdas. ¿Saben? Hay personas que coleccionan sapos de porcelana. Me podes decir vos para que mierda una persona colecciona sapos de porcelana. Por qué le dijeron que lo haga, porque la sociedad te dice que coleccionar sapos de porcelana está bien.
-          ¿No es algo surrealista eso?
-          Tuca, por favor, no digas boludeces que encima no sabes lo que significan.
-          Mira vos, no sabía que había sapos de porcelana – Acotó Gustavo quitando el vino de sobre las manos de Carlos.
-          La idea es fácil de desentrañar-. Robar es malo porque nos dijeron que es así.  Que pasaría que si te dijera que Noé, antes de hacer el Arca se dedicaba a afanar jubilados ¿Por eso vas a pensar que robarle a los viejos está bien? –  Levantando las manos continuó aún más expeditivo que descriptivo -  Acá nos inventaron una historia para cada moraleja. En nuestro credo robar está permitido mientras las causas sean honestas y así lo dice el señor, mi viejo.
-          - No sé si había jubilados en esa época – murmuró Chelo mientras sus labios besaban el borde del cartón.
  -      Siempre hubo jubilados. - Reafirmó Tuca.
-          La idea es la misma, muchachos. No hay tal cosa como el mal o el bien. Es todo masómenos lo mismo. Ese es el verdadero concepto del yin y el yang. ¿Estamos todos de acuerdo?
-          Si - Contestaron a coro.
-          Y les aviso que ninguno se anime a traicionarme porque lo mato. ¿Escucharon?
-          Si – volvieron a repetir.
-          ¿Escuchaste Nitrógeno? Vos temes una cara de Judas bárbara. – Acusó Carlos.
-          No, señor Jesús, yo jamás le haría algo así a usted.
-          Muy bien. Actuemos entonces. El plan es sencillo, pero escuchen con atención porque no podemos cometer ningún error.
-          Ajam.
-          Nitrógeno, vos que sos el que tiene la plata de todos, entras, así, lo más campante y le pedís un whisky a la vieja, pero uno de los buenos, no de los berreas que tiene en la vidriera. Viste, que los tiene allá arriba. Entonces va a tener que ir a buscar una silla o algo par a llegar. Porque por lo que yo recuerdo la vieja no mide 1.90. Ahí nomás cuando se da vuelta metes la mano en la caja agarras todo y salís corriendo. Es más, si podes te afanas alguna boludes que tenga arriba del mostrador también.
-          Pero Jesús, va a saber que fui yo.
-          No importa.
-          ¿Cómo que no importa?
-          No importa porque cuando te vas corriendo yo te detengo. Te paro en seco ahí en la puerta y con mis poderes adverbiales de convencimiento hago que te detengas, que le pidas perdón a la vieja y le devuelvas la plata.
-          ¿Vos tenes poderes Jesús? – preguntó tímidamente Tuca arremangando su camisa.
-          Soy Jesús, no Superman, boludo. No tengo poderes, pero la gente tiene que pensar que sí. Porque la palabra es algo así como un poder también. Y ahí, ¡Guala!, - exclamó chasqueando la lengua - mi primer milagro. Los viejos me van a amar.
-          Pero Jesús, yo no puedo hacer eso.
-          ¿Por qué no? Viste, Carlos tenía razón, tenes una pinta de judas bárbara. Ya me estas traicionando. Yo sabía.
-          No, señor, pero…
-          Escuchen muchachos, les voy a contar una historia. Una historia con todas las letras. Mi padre, el señor, como muchos de ustedes le dicen.  No me habla, no atiende mis plegarias, ni escucha mi confesión. No me dice nada. Ni mu me dice y ¿saben qué? Tres carajos me importa. Yo no voy a regir mi vida por el furor conjetural de una religión que ni siquiera es mayoritaria en un mundo que se cae a pedazos. Díganme en que parte de la Biblia dice que un señor designado por quien mierda sabe quién tiene que ser el representante de mi viejo sobre la tierra y labrar las vicisitudes del bien y el mal. En ninguna. Es todo  cuento, el humo blanco, la sucesión divina, todo cuento.
-          Y sobre esta piedra erguiré mi iglesia… - interrumpió Matías desde el fondo.
-          Mi iglesia. Eso dice Pedro. Mi iglesia. No mi reinado. No mi coyuntura. Por favor, no alabemos falsos héroes, tiranos vestidos de blanco.
-          Pedro, el primer papa…
-          El primer papa, las bolas. Pedro era más albañil que sacerdote. ¿Dónde viste un papa revocando paredes?
-          ¿Y vos, Jesús? ¿Quién sos entonces?
-          Soy Jesús, eso soy. Un tipo vestido como un boludo que habla en una esquina para siete borrachos que están más preocupados en tomar vino que en salvar el mundo. Ese soy yo, un tipo que imita a otro pero que al menos sabe bien quién es.
-          ¿Y la historia?
-          No importa la historia, lo que importa es si estamos dispuestos a profanar lo moralmente correcto y a exiliar toda posibilidad de redención terrenal inmediata.
-          No entiendo. – susurró Matías desorientado
-          ¿Si estamos  dispuestos a ir presos? – interrogó Tuca.
-          Eso, a veces pienso que vos sos el único que me entiende.  Muchachos, sepan que toda gran epopeya merece un sacrificio real, tangible y esta labor en particular lo requiere cabalmente.
-          Pero ¿Por qué tengo que ser yo?
-          A vos la vieja Peraita  ya te conoce y te va a perdonar. Yo la convenzo de que no llame a la cana, no te preocupes por eso.  Y vieron como es la vieja, no se le escapa un chisme ni de casualidad, a los diez minutos todo el barrio me va a dejar de ver como un loco y me va a empezar a ver como lo que realmente soy.
-          ¿Como? –Preguntó Chelo luego de unos incómodos segundos.
  -     Como Jesús, boludo. El salvador. Ese. El hijo de cristo, el que vino a sufrir por ustedes manga de mamertos. Ese soy yo.
 -   Amen -  Gritaron ya todos desde el piso.
-     Bueno nitrógeno, levántate y anda.
-     Pero…
-     Levantate y anda dije, la puta que te parió.


Continuara……….




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