Primera Parte
-No te lo voy a repetir
dos veces, Damián, baja de ahí, o te bajó yo y
te cago a patadas en el culo.-
Él es Joaquín lo que no se dice un padre
paciente y amoroso. Joaquín es un hombre común, que tiene una casa común, un
auto común y pese a que le pese una vida bastante común también.
-Felipe, soltà a tu
hermano o te aseguro que del cachetazo que te pongo no te va a reconocer ni tu
madre-.
Joaquín
pierde los estribos con mucha facilidad. Y cuando se enoja no conoce otro tipo
de comunicación que no sea a través de agravios.
-No ves que sos mentiroso, gordo. Mostrà las
veintisiete porque te surto.-
Sus
amigos a veces lo odian y otras veces lo aman, pero mayormente lo
odian.
Sus
mayores vicisitudes, no varían de que ropa llevar o a que hotel de Villa Gesell
ir a vacacionar.
Un
día, incapaz de conciliar el sueño, Joaquín salió a caminar a medianoche. Esa
extraña hora donde las cosas se tornan repentinamente más interesantes. Caminò
sin sentido por más de una hora. Hasta que a pocas cuadras de su casa, junto a
una parada de colectivo, se topó con la fe como quien tropieza con una baldosa
floja. Leyó en la esquina donde paraba el 51 un desprolijo cartel adosado a la
pared que dictaba lo siguiente:
“El espíritu
del señor esta sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados del corazón; a pregonar
por los cautivos y a visitar a los
ciegos; a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el año agradable del
señor”.
Una cara
sonriente y desprolija ponía final a la proeza de religiosa.
Joaquín tomó
el cartel en sus manos y pasándola yema de los dedos por sobre la ya desgastada
imprenta. Se dio cuenta que aquella era su letra. En un segundo, sintió que su
vida tenía un sentido no tan terrenal. A partir de ese día Joaquín con un uso
liberal de adverbios y objeciones empezó a predicar la palabra de Cristo.
Creyendo, claro, que era su palabra. Por las mañanas vestía una túnica blanca,
una soga por cinturón y una chalina roja sobre el cuello y salía a dar las buenas nuevas a la gente del
barrio. Los vecinos se alarmaron al ver al productor de seguros descalzo
hablando con cuanto extraño se le cruzara. Al poco tiempo su esposa lo abandono
pero no le importo ya que sabía que su afán, como cualquier acto de nobleza, le
depararía penurias. Intentó cambiar su nombre por el de Señor
Jesús Cristo de Nazaret primogénito de la resurrección soberano de los reyes de la tierra y Autor de salvación eterna para todos
los que le obedecen. Pero en el
registro civil, no lo dejaron por su prolongada extensión. Al poco tiempo del
descubrimiento de su verdad, Joaquín empezó a tener sus propios discípulos.
Estos eran siete. Carlos, Julián, Chelo, Matías, Gustavo, Tuca y Nitrógeno. Joaquín
solía hablarles a sus discípulos con un vocabulario basto y repleto de
silogismos ya que de esa forma creía que ejercía algún tipo de superioridad.
- Muchachos,
todo es un cuento. Nuestra milenaria fe
se basa en hechos y personajes de dudosa existencia. Las doctrinas que se han levantado
durante siglos, esas mismas doctrinas que forjaron nuestra identidad, fueron
las responsables de los delitos más graves y de las falacias más grandes.
Nuestra liturgia es un invento, un cuento chino anterior a los chinos y quizás
anterior a los mismos cuentos. Nuestra fe nos proclama aceptación y es esta
misma la que se convierte en un acto de fe. ¿Me siguen?
La fe perdió
la guerra contra la razón por no ser exacta y aun así es más fuerte que la
exactitud misma. Por eso, la fe es la única ciencia realmente exacta. La fe no
proclama error alguno. Es tan solo eso, Fe. Por eso, nosotros los verdaderos
profetas de esta religión, seremos los
dioses terrenales que ponderaremos nuestra palabra con actos de extraordinaria
magnitud.
Muchachos lo
que quiero decir es simple. – Dijo mientras se ponía de pie y abría los brazos
-Es muy fácil ser un enviado del señor si podes convertir el vino en agua y
hacer ver a un ciego. Así es una pavada. Con milagros somos todos Jesús. Acá hay que bancarla a mano pelada,
sin poderes, ni ayudita divina. Por eso, nos tenemos que poner a laburar, tenemos
que aprender a hacer milagros falsos.
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