Tantas vidas he vivido que morir no seria
jamás el fin. El agua sigue retrocediendo junto a tu mirada y tus pies siguen
sin poder mojarse.
Que incipiente la razón incorrecta que nos
unió en este remolino que preludia lo imposible. Aún así, fue bello conocerte
aunque quizás nunca vuelva a tomar tu mano o sentir tus labios sobre mis
mejillas. Tal vez jamás vuelva a sentir tu mirada, ni el desliz de tus
cabellos. Igualmente aquel momento es eterno en mí.
Ojos que se encuentran y miradas que se
pierden en un mar de desconsuelo y bondad. Hemos sufrido tanto para
encontrarnos y aún así estamos destinados a perdernos.
Nos deleitamos en el crimen de nuestros
pecados por habernos equivocado de realidad y de excusa. No supimos huir a
tiempo porque olvidamos dar cuerda a nuestros corazones. Nos olvidamos de
nosotros mismo por un rato. Fuimos amantes desconocidos y primerizos.
Fuimos todo y nada. Somos nunca y siempre.
Tantas palabras mudas y sentimientos sordos
se abrazaron frente a nosotros. Las propias analogías dejaron caer sus disyuntivas a nuestros pies.
Derrumbamos todos nuestros conceptos para poder ser felices y escondernos de
las propias convicciones. Pudimos sentir nuestras falencias tan reales que ya
no importaban, pudimos abrazarnos tan fuerte que no lo sentimos.
Olvidamos todo para poder recordarlo.
Por Germán Rodriguez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario