viernes, 9 de marzo de 2018

El Amazonas en la mirada de Belem

Los cabellos al viento, los rulos rubios revoloteando, el remo en una mano, la soga en la otra. Enganchar un barco se le hace la tarea más fácil y cotidiana del mundo. Amarra y salta como su apai le enseñó. Sube con sus bolsitas de camarones y con el temple serio y triste de un adulto arrasado. Ya nadie le compra, todos acaban de comer. Ella no dice nada, apenas baja la cabeza, frunce el ceño y sigue. Murmura unas palabras que nadie escucha. El río ruge aún más fuerte que la tormenta que se avecina. Los pájaros aceleran su andar. La injusticia en su carita marca la realidad. Camina lento y casi que no mira mientras lo hace. Con timidez se  acerca y la veo sonreír por primera vez. Apenas 5 años y una vida desarmada. Ella no va a la escuela, ninguno de ellos va. Dice que le gustaría aprender a leer pero en la ruleta de la vida a ella le tocó solo aprender del río. Con su mirada delicada y su inocencia intacta habla de los delfines, y vuelve a reír. por un segundo parece una niña de nuevo. Pero entonces ya es tarde y le toca seguir, porque la canasta sigue llena y la gente que acaba de comer quizás tenga hambre de nuevo.

Por German Rodriguez.



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