martes, 19 de diciembre de 2017

Somos el enemigo (Represión y cacería)

Imagino a un policía con sus botas de puntera negra y  su casco desgastado. Sobre él se lee Policía de la ciudad.  Imaginen junto a mí. La nariz fruncida. Una cruz de plata brilla sobre su chaleco. Una mirada abandonada tanto como su moral se pierden en la multitud. Atrás a lo lejos la bandera sigue flameando. Lo veo levantar la porra y agitarla fuertemente por sobre su hombro. El palo impacta sobre una cabeza algo arrugada y de escaso cabello blanco. Automáticamente empieza a sangrar. Su campera beige con leves agujeros en las mangas  se mancha. La sangre empieza a correr con mayor naturalidad. La imagen es clara. El palo no se detiene. La patria tampoco. Se escapa algo de satisfacción en sus ojos. La sonrisa como una victoria termina un poco con la descripción  del oficial. El viejo cae al piso. Algunas sirenas se escuchan de fondo, ninguna es una ambulancia. Los gases nublan un poco todo.  Los héroes se hacen esperar, las balas  no. Ninguno  viste de uniforme. Entre corridas y abrazos forzados lo pueden levantar. Otros caen. La policía siempre del otro lado. Solo ellos tienen derecho a disparar. Somos el enemigo. Empiezan a sonar las cacerolas. Todo se vuelve a repetir. Algo se está por derrumbar.


A los que salieron a la calle, a los que resistieron la represión, a  los que hicieron sonar sus cacerolas, a los de capital y a los del interior también. 

#Graciasporluchar.


Por German Rodriguez.



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