sábado, 28 de julio de 2018

Donde mueren los días

En la montaña, esta Ceviaca. Lejos del pueblo y del mundo, está Ceviaca. Ahí donde los mapas se terminan y el camino se dicta solo, están ellos. Los últimos 51 Coys Andinos que resisten el paso arrasador del tiempo. En sus caras, las raíces, las marcas ancestrales de la tierra y en sus ojos negros el orgullo nativo.
 Los niños corren y sonríen, juegan con cuchillos y hacen de la montaña su hogar. En Ceviaca las horas no existen, los años mucho menos. Allí nadie cuenta sus vueltas al sol, el sol lo hace por ellos.
 Sentada en la puerta de su hogar, esta Margarita con la pequeña Patricia en un brazo y el telar en la otra .Los techos de palma les dan sombra. Patricia tiene tres meses y su madre no más de doce años.
Nos miran, serios y sin ceño, y nosotros no podemos verlos. Aunque nuestros ojos se posen sobre los de ellos parecería que no están ahí. No vemos sus derechos ni sus raíces o quizás si las vemos y tan solo no las entendemos. No entendemos a sus Dioses, ni a su cultura.
Los andes nos invitan a desnudarnos de lo mucho que tenemos. Y ahí están ellos, sin nada, pero sin nada en serio, mirándolo a uno y viéndolo tan desnudo por la vergüenza que nada lo puede tapar. 

Por Germán Rodriguez.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario