miércoles, 21 de diciembre de 2016

Fin

Fue un excedente de tristeza, un antecedente. En un segundo todo se destruyo. Nos suicidamos en un instante. Me niego a razonarlo pero tengo bien claro que evitar los sentimientos no los hace desaparecer. El borde sigue estando ahí. Las fórmulas mágicas ya no sirven en el extremo. Las decisiones siempre son oscuras al caer. Sobre aquel borde quisiera escribir hoy. Sobre el risco de los sentimientos que nos aturde y nubla nuestra percepción. Pero francamente no creo que pueda hacerlo ahora. Lo siento, escribí esta carta en un momento de debilidad. Ella era mi debilidad y de alguna manera se marchó y la poesía se fue con ella. La dejé marchar. Debía hacerlo. Éramos ángeles y los ángeles no se supone que se enamoren.

Por Germán Rodriguez




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