Me gustaría presentarme, pero ni siquiera recuerdo mi
nombre y no se si alguna vez tuve alguno. Se que soy un hombre triste, algo
melancólico y detestable.
Seguramente no me conozca o tal vez me cruce con usted
en cada vereda de esta ciudad de la cual tampoco recuerdo el nombre.
Soy una esquina en una noche de desolación. Soy lo que
nunca nadie quisiera ser. Un clavel marchito, muerto por falta de cuidado.
A veces pienso y me pregunto si soy una persona o una
sensación.
Tal vez sea la soledad o quizás un hombre solo.
Sepa usted que tengo muchas caretas y aunque a veces
parezca ser feliz, le ruego que me crea, nunca lo he sido.
- Te amo, no me odies, no me dejes ir – recuerdo
gritar.
Tras esa falsa sonrisa los pesares son eternos.
Manjares inalcanzables. Espíritus corrompidos una y otra vez.
Mi intención al
escribir este relato no es la de compresión, me creo incomprensible. Es tan
solo un anhelo de expresión lo que me obliga a narrar estas tristes líneas.
“Ella se burlo de mi- escribí un día al llegar a mi
desdeñada casa de ventanas marrones y paredes descoloridas.
“Ella se burlo de mi” volví a escribir en un mero acto
de repetición.
Imaginé tantas maneras de vengarme, oh Dios mió, cuantas
atroces maneras imaginé. Ninguna fue posible.
-¿Por qué?- me pregunté una y mil veces - Casi con la
misma repetición de la retórica anterior.
-Por que estoy enamorado de ella - Me respondí con un
abismal odio hacia mi mismo.
Encendí un cigarrillo y miré a la luna como esperando
de aquella efeméride una respuesta que no llegaría.
-Estoy enamorado- repetí nuevamente.
Encendí otro cigarrillo. Volví a pensar, sin haber
dejado de hacerlo en ningún momento.
Me di cuenta, tras un gran retraso de pensamientos y
sentires que todo era lo mismo.
Me notaba ansioso y vulgar por que sabía que ella no
estaba enamorada de mí.
Entonces, ahí fue cuando tomé el arma de debajo de mi
cama y apunté a mí mismo, como pidiéndome perdón, sabiendo que no seria capaz
de disparar. Sabiendo que soy lo demasiado cobarde para acometer contra mi
propia vida
Aquel día me trasformé en sensación. Ella me amaba.
He escrito tanto que me siento un escritor. Créame, no lo soy.
He amado tanto que me creí enamorado. Sepa que no lo he sido.
Pero hay una sola cosa que he hecho y me ha dado
certezas de mi afán. Porque he pensado tanto que me sé un idiota.
Por German Rodriguez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario