martes, 17 de abril de 2018

Nova vida


Acá se pisa fuerte o no se pisa. Porque acá se respira fútbol y del bueno. Del que se juega descalzo y sin camiseta. Del de la pelota prestada y los arcos de madera. Embarrados. Los nativos para un lado, los gringuitos pal otro. Los locales ponen la chapa en juego, nosotros la jeta. Y allá se mueve la pelota, contra la línea que no se ve, al borde del paredón. En la primera, la pata siempre se deja. Se juega a ganar pero un caño nunca se puede negar. Con la suela, como son los de verdad y mirando para otro lado. Canchero. Ya después de ahí, los goles no importan más, porque el fútbol es más que eso. Ellos ríen y nosotros también. Algún aplauso se escucha por atrás y unas palabras al viento que son como ganar la copa del mundo. Esa alegría que solo trasmite una linda pisada, un gesto diferente. Nos abrazamos y brindamos con una gaseosa bien barata. Creo que lo entendimos todo. 

Por Germán Rodriguez.



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