Acá se pisa fuerte o no se pisa. Porque acá se
respira fútbol y del bueno. Del que se juega descalzo y sin camiseta. Del de la
pelota prestada y los arcos de madera. Embarrados. Los nativos para un lado,
los gringuitos pal otro. Los locales ponen la chapa en juego, nosotros la jeta.
Y allá se mueve la pelota, contra la línea que no se ve, al borde del paredón.
En la primera, la pata siempre se deja. Se juega a ganar pero un caño nunca se
puede negar. Con la suela, como son los de verdad y mirando para otro lado.
Canchero. Ya después de ahí, los goles no importan más, porque el fútbol es más
que eso. Ellos ríen y nosotros también. Algún aplauso se escucha por atrás y
unas palabras al viento que son como ganar la copa del mundo. Esa alegría que
solo trasmite una linda pisada, un gesto diferente. Nos abrazamos y brindamos
con una gaseosa bien barata. Creo que lo entendimos todo.
Por Germán Rodriguez.
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