miércoles, 19 de julio de 2017

Gritos y sirenas

Peleé por mi vida. Peleé duro. Como nunca pensé que sería capaz de hacerlo. Recibí garrotazos en la espalda y no pudieron tumbarme. No pudieron. No podrán. Ellos ganaban en número pero no en fortaleza. Porque la policía es solo una fuerza que se deja empujar. Mi rostro sangraba por cada lugar, los ojos apenas me dejaban ver. Inflé el pecho como alguien que se prepara para morir de pie. De la única manera que podría hacerlo. Escupí algunos dientes. El color negro ganaba la escena. Ya todo estaba por terminar. No era capaz de diferenciar sonidos. Gritos y sirenas sonaban igual en mi cabeza. Los olores eran intensos, indefinibles pero aun así intensos. Las emociones también sangraban. Aun lo hacen. Por un segundo, dejé de confiar en mí mismo. Esa fue realmente la oscuridad que aun hoy siento. Recordé la primera vez que la vi sentada junto al mar como si ella debiera ser mi última imagen antes de morir. Creo que lo fue. Aún lo es. 

Por Germán Rodriguez.


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