En la mochila, agua y un libro. La remera
cortada y algo de plata para la arepa, la tapioca o lo que sea que se venda en la calle. Con los auriculares
sonando. Caminado. Mirando alrededor. Así son mis días. Simples. Con menos en
el bolsillo y más en la cabeza. Atravesando playas, ciudades, selvas, pueblos o
desiertos. El caribe o el amazonas son lo mismo para mí. Parando en el mejor hostal
o durmiendo en una estación abandonada al costado de la ruta. No importa
mientras sea con las personas correctas. Porqué en tres años en el camino
aprendí una cosa: Viajar es acerca de las personas. No se trata de playas de
arena blanca y agua cristalina, ni de animales
exóticos o comidas afrodisiacas. Es sobre la gente que está a tu alrededor.
Ellos son los que hacen a los lugares. Los que trasforman un arroz en la comida
más rica del mundo o una simple caminata en el tour más adrenalinico. Ellos marcan
la diferencia. Amigos tan efímeros como inolvidables que empiezas a admirar y
te cambian para siempre. Y también aprendes, que soltar es parte de seguir
adelante, de avanzar. Porque la vida
está en el movimiento y girarla
es lo que le da sentido. Y yo decido hacerlo con todas mis fuerzas porque, a
veces, una vida es demasiado poco para cumplir tus sueños y no creo que
necesitemos tanto equipaje para ser felices.
Dejar
ir es la mejor manera de crecer y también de viajar.
Por Germán Rodriguez.
wow qué bonito Germán!y cuánta razón tienes!gracias por estas lineas que me devuelven a la esencia de mi misma :)
ResponderBorrarGuauuuu que maravilloso animarse a todo viajar así , admirable ojalá me anime hacer la mitad de eso ja., uffff que lindo que sigas disfrutando
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