viernes, 29 de julio de 2016

Querido Rey usted no sabe lo que es la angustia.

Ayer por casualidad me topé con una imagen que me dejó sin palabras. La fotografía se remontan a principios del siglo pasado, más específicamente a 1904, casi 80 años después de que se declarara la independencia en el Perú y de que San Martín proclamara “libertad e independiente por la voluntad general de los pueblos”.
He aquí un reflejo de la esclavitud post española en Latinoamérica, de cómo las cadenas no se rompieron, mi querido rey, se trasmutaron en leyes y burocracia que siguen subyugando a los que menos tienen. De cómo la independencia a veces es solo una palabra que los pueblos eligen creer. A simple vista la imagen no tiene de especial, apenas un esbozo de nuestras raíces muertas. Pero mire más allá su alteza, mire más allá de las vestimentas y los bigotes. Observe con atención la mirada del indígena a los pies de la burguesía Cusqueña. Ahora sienta la expresión de lo inexplicable, de la tiranía, del odio de una raza a la que su país sometió por todo nuestro continente. Intente describir en un alboroto de palabras lo que ve en aquellos ojos. Le ruego que haga la prueba. Le aseguro que no podrá, que pese a intentarlo, no lo lograra, ya que esa mirada usted no la conoce y no la conocerá jamás. Le quiero decir que esos ojos no muestran angustia, ni tristeza, mi querido rey, muestran opresión.
por German Rodriguez.




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